¡Qué viene
el coco!, decían
nuestras madres cuando nos portábamos mal. Era de las últimas estrategias que
usaban cuando ya no sabían qué hacer. En la actualidad, afortunadamente, apenas
se oye. Los “cocos”, en el siglo XXI, han sido sustituidos por los psicólogos
infantiles. “A qué te
llevo al psicólogo”, “cómo sigas así se lo pienso decir al psicólogo”, son
frases que algunas familias les plantean a sus hij@s. La manipulación a los
hij@s se mantiene, pero los protagonistas cambian.
Imagínate
que te hubiese dicho tu madre que vayas al coco y que le cuentes todos tus
problemas, todo lo que te pasa, que seas sincero con él… ¡Qué ganas, no! Pues
es esa la sensación que tendrán algunos chaval@s cuando acuden a algunas
terapias. Se esconden detrás de su gorra, de su mirada, de sus palabras. En más
de veinte años todavía no me he encontrado que un niñ@ empiece la primera
entrevista diciendo “me alegro
de entrevistarme con ud., tenía muchas ganas de verle porque tengo un problema
en mi familia que me preocupa…”.
Queridas
familias, los niñ@s no son el problema, no señaléis a vuestros hij@s como los
culpables de la situación. Como psicólogo infantil os recomiendo que no llevéis
a vuestros hij@s al psicólogo, id
vosotr@s. Hay que pasar del “trate
usted a mi hijo” al “¿qué
puedo hacer para educar mejor a mi hij@?”, del “es que me contesta” al “¿qué puedo hacer para no
gritarle?”, del “no me hace caso” al “¿cómo
le puedo ayudar a crecer feliz?”
Últimamente
en las terapias familiares, en una primera fase, no veo efectivo que los
menores acudan a terapia. Incluso el Código Deontológico del Psicólogo lo dice
bien claro, no podemos ver a los menores hasta que los tutores no lo autoricen.
Hay que aprovechar esa primera entrevista para motivar a los padres a ser
protagonistas, a construir un espacio familiar adecuado para que los niños
puedan tomar decisiones y madurar acorde a su desarrollo evolutivo. La
eficiencia está en entrenar a los padres en estrategias y habilidades que
ayuden a sus hijos a crecer felices, en motivar a los padres a cambiar para que
el menor pueda mejorar, en fortalecer los buenos tratos y las buenas prácticas
en la infancia. Los psicólogos infantiles no podemos sustituir a los padres,
debemos apoyarles en sus funciones.
Por mi
experiencia profesional, un alto porcentaje de padres entienden que son ellos
los que tienen que cambiar, y se consiguen altas terapéuticas sin que sea
necesario que los niñ@s vayan al “coco”. Así se evita culpabilizarles de la
situación familiar, etiquetar sus conductas, desresponsabilizar a los adultos,
que los niñ@s pasen por diferentes profesionales, consultas, hospitales,
pruebas diagnósticas, toma de medicamentos. Me indigna que los niños realicen
todo este recorrido sin que nadie haya informado a sus padres cómo tienen que
ejercer de padres.
Según las
tarifas del Sistema Nacional de Salud del año 2010, el recorrido que realiza un
niñ@ para evaluar un “problema psicológico” cuesta alrededor de 1100 €. Pasar
por el médico de cabecera cuesta 84€, por los profesionales de la psiquiatría o
psicología 220€. Hacerse un electroencefalograma son 125€, o una resonancia
magnética unos 400€ de media. Todo este proceso para decir, en ciertas
ocasiones, que es un inmaduro (que es como no decir nada).
Ofertemos
recursos a los padres para que aprendan las herramientas necesarias para
atender a las necesidades de sus hij@s, y dejemos de marear a los niñ@s.
¡Qué sean
los padres los que se enfrenten al “coco”!
Sí!!!!! Estoy completamente de acuerdo!!! (Otra terapeuta de familia que vio deribar muchos problemas infantiles en sesiones de pareja)
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo aunque se de padres que han ido y no han querido " mirar por dentro " era más fácil culpar a los niños. Es más,creo que a todos nos vendría bien una visita al coco!
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