Hace más de un mes se produjo una
escena cuando menos llamativa en el programa tiempo de juego de la cadena COPE
y que llegó a ser trending topic, cuando el hijo del presidente Rajoy le dijo a
Paco Gonzalez, el presentador del programa, que los comentarios de un
videojuego que comentaba otro presentador Manolo Lama eran bastante mejorable
por no decir que eran una basura. Y zaska, se ganó dos collejas del Presidente
del Gobierno delante de toda la gente que estaba en el plató y delante de todos
los españoles, ya que ha sido difundido hasta la saciedad por todos los medios
audiovisuales. No os quiero ni contar las risas que se habrán pasado sus compañeros
de clase cuando le vieron el día siguiente y seguro que más de uno le dijo “vaya par de collejas que te soltó tu padre
el otro día”. En fin chascarrillos aparte y con la perspectiva que da el
tiempo pasado, lo que subyace con esta actitud que me parece reprobable en
cualquier circunstancia, es que el Presidente debería haber utilizado otro
método para tratar de corregir la conducta de su hijo y no el soltarle dos
collejas para zanjar la cuestión. Como dicen desde la CEAPA, cualquier
reprimenda no puede estar relacionada con el contacto físico, además de
entender que cualquiera al verlo podría haber denunciado al Presidente del Gobierno
por un presunto maltrato físico a un menor y que viene recogido en el vigente Código
Penal. Habría resultado gracioso. En España no están permitidos los castigos
físicos ya que desde el año 2007 se modificó el artículo 154 del Código Civil
que permitía en su último párrafo que “los
padres podrán también corregir razonable y moderadamente a los hijos”. Pues
bien eso ha desaparecido y es llamativo que cuando se está hablando casi todos
los días en los medios de comunicación de la violencia de género, (acabamos de
empezar el año y ya llevamos muertes de mujeres a manos de sus respectivas
parejas) de las medidas que habría que implementar para tratar de que disminuya
esa lacra, queramos tomarnos a risa el que alguien le dé dos collejas a un
menor por salirse de las normas.
En nuestra generación, los que somos
mayores de 50 años, nos tocó vivirlo, la bofetada de tu padre, la zapatilla de
tu madre, el capón del profesor o el que te tirasen de las patillas, y aquí
seguimos. Ni somos maltratadores, ni estamos traumatizados, ni somos agresivos,
pero si nos lo hubiésemos podido evitar mucho mejor Por eso habría que
frivolizar mucho menos y desde mi punto de vista los
castigos físicos a los menores no tienen ninguna justificación y son un mal
ejemplo, porque como dice el pueblo llano, “si lo hace fuera de casa, seguro
que también lo hace dentro”.
Antonio Lafuente
Abogado Familias Inteligentes