Las
conductas, las emociones, las habilidades... en la infancia y la adolescencia
se aprenden en interacción, y por tanto, toda la familia es corresponsable en
alguna medida de este aprendizaje. En este aprendizaje recíproco, cuando las
situaciones de conflicto lo invaden casi todo, las familias inteligentes no señalan
a sus hijos como responsables de la situación, no buscan un diagnóstico a toda
costa que les tranquilice y les quite la responsabilidad de la situación.
Hablando con una profesora de primaria, me comentó que casi la mitad de su
alumnado está diagnosticado de hiperactividad. ¡Pero qué locura es ésta! ¿Por
qué ese afán de poner etiquetas al comportamiento infantil? En una terapia con
un niño de 9 años, le pregunté ¿y
tú, porqué no estudias?, y me contestó “Porque
soy vago”. ¿Cuántas veces se lo habrán dicho? ¿Cuántas veces se ha
utilizado el verbo ser con ese niño? Cuando se etiqueta a los niños, se les está culpando de la
situación. La etiqueta quita a los padres la responsabilidad.
Hay
familias “buscadoras de diagnósticos” para justificar la mala conducta de sus
hijos. Visitan a varios profesionales hasta que escuchan lo que quieren oír. Me han dicho que mi hija es
hiperactiva. ¡Por eso se porta tan mal! A
lo mejor se porta mal porque se ha ido fabricando esa “hiperactividad” con
pautas educativas ineficaces (que es lo habitual). Si ha ocurrido así, la
responsabilidad es de los padres. Pero si es hiperactiva, la responsabilidad es
del cerebro de la niña. ¡Qué alivio!
“Mire a ver
qué tiene mi hija en la cabeza”, “a
ver si a usted le hace caso”, “¿hay
algún sitio que le enseñen a mi hijo a controlarse?”, son frases frecuentes
e ineficaces y es necesario que
se rectifiquen. Las familias inteligentes saben que son los adultos
significativos los que
tienen que cambiar primero, ya que poseen (o deberían poseer) los recursos y
habilidades para luego poder facilitar el cambio del menor. Es importante centrarse,
sobre todo, en lo que pueden controlar, y lo que
pueden aprender a controlar en primer lugar son sus comportamientos y sus
emociones.
El niño se
tiene que percibir a sí mismo, siempre y en todo momento, como parte de la
solución, y no como el problema. Y los diagnósticos y las etiquetas señalan al
niño como el problema. ¡Despatologicemos la conducta infantil de una vez!
Me encantó! "Más claro, échale agua" ;)
ResponderEliminarUn artículo muy sencillo pero muy sincero. Estoy de acuerdo en todo lo que dice, aunque tengo que echar una lanza en favor de esos padres, y hacer incapié en que ellos son "responsables" que no "culpables". Suele confundirse y muchas veces ese sentimiento de culpabilidad es el que no deja ver la solución.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo.
ResponderEliminarMe ha encantado, y comparto, la totalidad de lo que he leído y me invita, sin publicidad gratuita, a comprar tu libro.
ResponderEliminarLe agradezco enormemente a Ascen -fuí maestra de su hijo Javi en Infantil- que me haya puesto en contacto contigo, pues informaré de tu trabajo a mis compis y amigos, ya sean padres o nó.
Leyendo tus reflexiones me he acordado de mis lecturas favoritas, que siempre recomiendo a los padres en las tutorías, sobre educar con inteligencia emocional, pues yo, como madre de adolescente que soy, no creo que sea posible llegar a los hijos si no es a través de las emociones, esas que tan mal manejamos los adultos, que somos sus referentes, y sin las cuales les cuales les empujamos al vacío más profundo.
Bueno, todo esto -siento la extensión del mensaje- para felicitarte por tu trabajo. Ánimo y sigue escribiendo para todos nosotros, que estamos ávidos de sensibilidades como la tuya.
Un abrazo.
Asun
Gracias por compartir tu trabajo con nosotros
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