Este blog contiene textos dedicados a las familias, a los padres y madres para que eduquen con buenas prácticas. Tiene dos enfoques que se complementan: el psicológico y el jurídico. Está escrito por dos grandes profesionales y amigos. Antonio Lafuente y Antonio Ortuño. Esperamos que os sea útil.

miércoles, 29 de junio de 2016

Trabajar con infancia que se inadapta para adaptarse: CIFAC

Hay diversos contextos sociales donde existen familias con hijos e hijas que se les llama inadaptados. Adaptare, del latín, significa ajustarse a algo. Si tú vives en un contexto ausente de recursos,  de escaso apoyo social, sin servicios públicos, y la única salida es lo divergente, lo marginal, lo ilegal, ¿te inadaptarías para adaptarte?

Estos contextos sociales están repartidos de forma desigual por el mundo, pero existen en todo el planeta. En España, por ejemplo, hay que recordar que hay dos millones de niños y niñas en situación de pobreza, de exclusión social.

He tenido la suerte profesional (y personal) de conocer a un grupo de profesionales que trabajan con la ilusión de dotar de herramientas a las familias para que sus hijos e hijas crezcan con habilidades para no consumir pegamento con 10 años, o que no agarren una pistola con 12 años. Es decir, que no se inadapten para adaptarse. Son el Centro de Inteligencia Familiar (CIFAC) en Chihuahua, México.
Pues sí, desde el otro lado del charco, un colectivo de profesionales llaman a sus familias inteligentes, como mi proyecto. Intus legere (elegir entre) y adaptare (ajustarse al cambio). Inteligencia y adaptación. La inteligencia  es la capacidad para tomar decisiones para que  faciliten la adaptación al contexto y a sus inevitables cambios. Queremos familias que sepan tomar decisiones, que ayuden a sus hijos e hijas a tomar decisiones, para anticipar realidades, para dotar de estrategias de afrontamiento. Ese objetivo es común aunque estemos a miles de kilómetros.

Hace unos meses me invitaron a ir  a México para compartir este honor, y no dudé. En Junio he estado una semana en Chihuahua, conviviendo con las familias, conociendo sus realidades, empapándome en su cultura. Ha sido una semana “padre”, como dirían ellos, repleta de vivencias, de ganas de vivir, de lucha por defender los derechos de los niños y niñas. Mis 25 años de trabajo con familias se ponían en juego, ya que su objetivo era que les “platicara” mi modelo de familias inteligentes, lo que en Europa se trabaja para potenciar la parentalidad positiva.

A la media hora de estar allí me sentía como en casa, a nivel personal. Pero a nivel profesional tenía mis dudas. Sobre todo pensaba  si mi metodología de trabajo, con la técnica del Semáforo Inteligente a la cabeza, podría adaptarse a esas familias con esas necesidades tan peculiares.

Ha sido un proceso enriquecedor, de aprendizaje recíproco, y de una gran satisfacción final. ¡Sí que veían mucha utilidad del semáforo en sus familias! El semáforo inteligente es una técnica para poner límites de forma respetuosa que ayuda a diferenciar lo que está bajo control adulto que sería el semáforo rojo (protección de menores que no pueden tomar decisiones y se les tiene que DECIR NO); las decisiones que tienen que empezar a tomar los hijos e hijas y que todavía requiere cierta supervisión adulta (el semáforo amarillo y los procesos de negociación), y el semáforo verde que el control ya debe ser de los hijos e hijas, mostrando los padres confianza y respeto en sus decisiones.

¡Eso lo quiero para mis hijos! Que sepan decir NO a los riesgos que inevitablemente se van a encontrar, que sepan negociar con su pandilla, y que confíen y respeten las decisiones suyas y la de los demás. ¡Quiero que mi hijo se construya su semáforo inteligente! Estas frases podría haberlas firmado cualquier papá o mamá que tuve el gusto de conocer, ya sea en el la Expo Familias Inteligentes o en la Barriada de la Soledad, en Chihuahua. Y el mensaje está claro: digamos No, negociemos y confiemos en nuestros hijos, de forma amable y firme, de forma respetuosa pero coherente, para que las interioricen, aprendan y puedan usar esas habilidades de forma eficiente en el futuro ante realidades heterogéneas y cambiantes, es decir, de forma inteligente.

Me alegro mucho de haber sido útil. Pero como la sabiduría está repartida, yo también he salido muy beneficiado de esta experiencia (excepto tantas horas de vuelo). Colaborar con profesionales que aman su trabajo, con un clima laboral envidiable, con ganas de cambiar la realidad de estos chicos y chicas, con una dedicación admirable es un orgullo. Gracias CIFAC por escucharme, por dejadme escucharos. Gracias por tener la fortuna de conoceros y de conocer a grandes profesionales como Xóchitl González, Margarita, Paul… Gracias Hugo Saenz por darme esta oportunidad. Sois muy “chingones”. Se os quiere.
Antonio Ortuño Terriza
Psicólogo Clínico Infantojuvenil y Terapeuta Familiar


No hay comentarios:

Publicar un comentario