Para
generar seguridad y apego en los hijos es necesario usar un lenguaje apropiado
para cada edad, donde se explicite la situación problema, cómo se reparte el
control de esa situación, las alternativas que hay y las consecuencias de cada
elección. Todo con respeto, confianza, estabilidad emocional, empatía, humor y
afecto.
¿Cuál es la
relación de la toma de decisiones con el apego seguro? Veamos un ejemplo:
Opción 1: Hoy toca pera de
postre.
En este
caso, el niño no elige. Los adultos, con su cerebro en su sitio, valoran que el
hijo necesita vitaminas, y por ello debe ingerir fruta de postre. El cerebro
infantil aquí apenas trabaja. Si tiene necesidad evolutiva de elegir, de
mostrar su identidad, de decir estoy creciendo y quiero decidir yo, sólo le queda
la negativa, la oposición, aunque le apetezca la pera.
Si muestra
oposición (que suele ser habitual en ciertas etapas evolutivas) mediante
rabietas, discusión...si al final de la “batalla” consigue otra cosa que no sea
la pera, se generará inseguridad y desconfianza ¿Por qué? Porque se le ha
mentido, aunque sea sin querer. Se ha dicho que hay pera (bueno y más
cosas tipo “te pongas como te
pongas no te voy a dar otra cosa”) y
al final no es así. Este cambio desautoriza para la siguiente ocasión, e invita
al hijo a dar rienda suelta a su parte del cerebro más emocional para buscar la
credibilidad, para poder fiarse de sus padres, en situaciones similares.
Opción 2: Hoy de postre lo que
quieras.
El hijo
puede elegir sin referencias. Si pide algo que está en la cocina, no hay
problema, pero si no está, o no es conveniente (¡Un whisky!), puede aparecer el
conflicto. La inseguridad aparece porque también se puede mentir como en el
caso anterior. Se le ofrece “todo” y si luego pide algo que se considera
inapropiado o no se le puede dar, pues ya tenemos el problema. Por mucho que se
explique el adulto, no se está cumpliendo.
En este
caso es más complicado fomentar el apego seguro, porque no depende del adulto,
si no de poder satisfacer lo que elija el hijo. Y que haya suerte para que
elija lo que se desea que elija y, claro está, que esté accesible en ese
momento.
Opción 3: ¿Qué quieres una pera
o un plátano? Quiero un flan. Ya comiste ayer, cariño, hoy toca pera o
plátano.
Aquí el
hijo puede elegir, pero dentro de unos límites. Puede insistir en el flan,
(desde el punto de vista del crecimiento es saludable que insista, que busque
los límites, que “provoque”). Se generará apego seguro si los adultos se
mantienen firmes, tranquilos y respetuosos, y no aparece la mentira por ningún
lado. Es decir hay pera o plátano. Pero si no se consigue hacerlo
correctamente y se le da el flan, surge de nuevo la mentira y la inseguridad.
Para
fomentar apego seguro es fundamental ser coherentes, entre nuestros pensamientos,
nuestro lenguaje y nuestras acciones. Así aportamos seguridad, credibilidad,
confianza, respeto. Es la única manera de construir de forma progresiva su
autonomía, que aprendan a tomar decisiones y ser consecuentes, de que quieran
asumir responsabilidades, de que quieran ser protagonistas de su proyecto de
vida. De que nos sientan disponibles, de que seamos una fuente de información
más en su proceso de crecimiento.
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