Una muy buena noticia:
Por fin se ha decidido eliminar el término
“retraso mental” dentro del mundo de la Psiquiatría. Era uno de los conceptos
menos respetuosos que existían para intentar definir un problema de salud. Ha
sido en el XV Congreso Nacional de Psiquiatría. Este
anuncio ha sido realizado por Geoffrey M. Reed, director de
proyectos del departamento de Salud Mental de la Organización Mundial de la
Salud (OMS) durante su intervención en la jornada de apertura del citado
congreso. ¡Les ha costado!
Ahora se va a llamar “Trastorno del
desarrollo intelectual”. Un concepto que implicará un cambio en el
paradigma de intervención, ya que el concepto de inteligencia está
evolucionando y se tienen que adaptar y modernizar las diferentes técnicas
evaluativas y diagnósticas a esta nueva realidad. Espero que con este cambio,
mejore la calidad de vida de muchas personas que afortunadamente ya no son
“retrasadas”.
Una muy mala noticia:
Acabo de ver el último «Informe
ANAR 2012: Violencia infantil en España». Y los datos son muy preocupantes.
La información sistemáticamente recopilada concluye que la violencia contra
menores aumentó un 13,6% respecto al año anterior. Un total de 1.778 niños y
adolescentes han sido víctimas de violencia en nuestro país: maltrato físico
(28,7%), violencia escolar (15,5%), maltrato psicológico (14,7%), abandono
(12,4%), abuso sexual (11,5%), agresiones extra familiares (7,6%), violencia de
género (6,9%), Ciberacoso (1,5%), Pornografía infantil (0,8) y maltrato
institucional (0,4%). ¡Escalofriante!
¿Por qué? El estudio refleja algunas
explicaciones. Yo creo que hay una sencilla: cada día es más difícil ser padre
o madre. Cuando tienes problemas para dar de comer a tus hijos, cuando las
necesidades básicas tambalean, es complicado ejercer de forma adecuada las
funciones de padre y madre. Cuando llegan a terapia, o a Servicios Sociales, y
quieres trabajar con ellos un modelo educativo basado en el cariño, el control
respetuoso…entrenarles en habilidades para negociar con sus hijos, para
fomentar su responsabilidad, lo normal es que te contesten: ¡qué
difícil es trabajar eso si no tengo que darles de cenar!
Aun así, hay que seguir trabajando con
estas familias, ya que es posible el cambio. Pero sobre todo, hay que empezar a
trabajar con las familias que no llegan a los dispositivos de asistencia, a los
recursos comunitarios de salud. Hay que ir a buscarlas. Tenemos que reducir a
toda costa estos datos. Una sociedad debe potenciar continuamente los sistemas
de protección de sus hijos e hijas. Nunca nos olvidemos de esto.
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