Una silla es un asiento con
respaldo, por lo general de 4 patas, en el que solo cabe una persona (o un
cerebro). Es una definición sencilla. Definir “pensar” ya es más complicado, ya
que es algo no observable. Es un término relacionado con la inteligencia, con
tomar decisiones, con reflexionar, opinar, analizar, producir ideas,
planificar, organizar, predecir, anticipar, imaginar…
Yo ahora mismo estoy
pensando, y estoy en una silla. ¿Estoy utilizando la técnica de la silla de
pensar? Yo creo que no, puesto que hay una gran diferencia: lo he elegido. Y
cuando se manda a un niño/a a pensar a una silla lo eligen los adultos. El
niño/a no lo decide.
Yo soy un defensor de ayudar
a pensar a los niños/as, adaptándonos a su desarrollo cognitivo. La aparición
del lenguaje es uno de los principales hitos del desarrollo, ya que sin
lenguaje no hay pensamiento. Potenciar el lenguaje interior de los niños/as,
sus pensamientos, es fundamental para madurar y crecer de forma inteligente.
Cuando un niño/a aprende a hablarse a sí mismo, ya es libre.
Hay que dejar que los
niños/as se hablen a sí mismos, ya sea en una silla, en la cama, andando o
merendando. Pero a su ritmo, con sus tiempos, sin forzar. Todo lo que ya puedan analizar, sacar
conclusiones, valorar, enjuiciar, crear… que lo hagan. Cuando desde fuera nos
excedemos en explicaciones, argumentos, reflexiones, intentar convencer… mal
asunto. Yo siempre digo a los padres, cuanto más funciona tu cerebro, menos
funciona el de tu hijo/a. Los sermones, las charlas, eso que ya has contado a
tu hijo/a varias veces, infantiliza, no potencia su pensamiento, ni su
aprendizaje y maduración.
Las familias que usan la
silla de pensar lo utilizan cuando surgen conflictos, y la alteración emocional
normalmente campea a sus anchas. O el niño/a está enfadado, o los padres están
enfadados, o ambos están enfadados. Cuando se utiliza la silla de pensar
existiendo este descontrol emocional, se desconoce por completo el
funcionamiento de nuestro cerebro. Es imposible “pensar” cuando tu cerebro está
invadido por la ira. Cuando se está enfadado sólo te vienen a la cabeza
pensamientos relacionados con la injusticia
(¿cuántas veces hemos odio decir “esto es injusto”?). Sólo nos funciona
la parte cerebral más antigua, la del instinto y la supervivencia, la de la
defensa. Es como si el cerebro estuviera reducido, secuestrado por la ira.
Mandar a alguien a pensar en esa situación, sea en una silla o en la lámpara
del salón, es absurdo.
Simplemente piensa cuando
estás muy enfadado por algo, y alguien te dice, aunque sea con ternura y
delicadeza, “anda, siéntate ahí y
piénsatelo”. Pues eso, es fácil que le mandes a freír monas. Tú decides
cuando pensar y dónde.
Ante los conflictos con los
niños/as, los que se tienen que ir a pensar (sea en una silla o no), como
mucho, son los padres. Cuando un niño provoca, se enfada, se altera, suele
tener razón. Algo hemos hecho mal los adultos, alguna contradicción entre lo
que pensamos, decimos o hacemos. Los niños/as se enfadan cuando detectan
incoherencias, imprevistos, inseguridades. En lugar de llevar a tu hijo/a a
pensar a una silla, déjale pensar lo que quiera donde quiera, atiende al plano
emocional, y aprovecha para analizar qué ha pasado. ¿Estaba yo enfadado? ¿Cómo
le he dicho lo que le he dicho? ¿Le he dicho una cosa y estoy haciendo otra?
¿Le he trasmitido mensajes de confianza? ¿He sido respetuoso? ¿Estoy
entendiendo su malestar? ¿Me he excedido en mis argumentos? ¿Estoy imponiendo
lo que tiene que pensar? ¿Estoy enjuiciando su actuación? ¿Le estoy diciendo
algo que ya ha escuchado cientos de veces? ¿Le estoy diciendo continuamente lo
que tiene que hacer?
Si establecemos pautas
educativas coherentes, respetuosas, creíbles, predecibles, empáticas…
fortalecemos esa seguridad que necesitan nuestros hijos/as para crecer, tomar
decisiones, pensar… y no hace falta poner a ese cerebro en un asiento con respaldo,
por lo general de 4 patas, ni inventarnos la cómoda de la reflexión, ni el sofá
de la anticipación, ni el perchero de la creatividad, ni la alacena de la
planificación, ni la mesa de la atención, ni el escritorio del control
inhibitorio, ni la alfombra de la inteligencia...
Totalmente de acuerdo !!
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